martes, 14 de abril de 2009

Comienzo de la vida universitaria

Lunes 16

Al fin era lunes, pensó en la mañana, puerilmente aliviada…Como que por el hecho de empezar las clases, se iría el calor y la soledad, y no quedaría ni un segundo libre para pensar y necesariamente, angustiarse hasta la médula.

La noche anterior había estado fumando caño con un noviecito Israelí que habría conocido en el verano. Un tipo bastante similar a Jesucristo con el que compartía afinidades tales como el gusto por Led Zepelin, la hierba y la intimidad violenta.

Se iría ese lunes, el israelita, se iría de Chile ese lunes. A las 11:40 para ser mas exacta.
Era buena hora, la clase terminaba a las 11:20 y el Terminal de buses quedaba en frente de la universidad.
Allí se despidieron, ella le entrego el pañuelo azul que solía abrazar su cuello. Él le regaló unas fotos del ejército, y roció sobre ella y su ropa, algo de ese perfume brujo que él ocupaba.
Cogió su gran mochila y besó su boca por varios minutos.- Adiós cariñito- dijo él
- Shalom Adí – le respondería ella.
El israelita subió al bus, ella dio una vuelta y se fue rápido. Quiso detenerse y mirar hacia atrás, hacerle un gesto, pero en vez de eso, apresuró el paso y se perdió entre la gente. Y siguió caminando y caminando y caminando, aceleradamente como si tuviera algo que hacer, como si supiera hacia donde la llevaban sus pies.

Al final de la tarde se hallaría en casa. En esa “casa” que en realidad no era suya, (que de hecho, era en verdad un departamento), donde las puertas viejas y sucias, las cortinas, las paredes como de hospital, y hasta el crucifijo de cobre que colgaba de una de ellas, le empujaban con hostil rechazo hasta los brazos abiertos del gran ventanal, desde el cual se oía, veinte o más pisos abajo, rugir la ciudad.

Pasaría una semana, dos. Más. Desde la ventana intenta recordar el nombre de sus compañeros de carrera, se le viene uno a la mente, el único que se sabe. Apaga con cuidado un cigarro en el cenicero que amenaza hace días ya con desbordarse. Se tiende sobre la cama y mientras busca figuritas en las manchas del techo mugriento, repite: mañana será diferente, mañana será diferente.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Crítica y Justificación de “Distracción”

El texto es redundante en su descripción de los sonidos, y no se da a entender, dos meses luego de escribirlo, me bastan para leerlo y sentir vergüenza.

Y esto no es mas que otra muestra, de la generosidad con la que esta misantropía mía, alcanza hasta para odiarme a mi misma, y sigo redundando redundando redundando.....

s/sentido

Ríos de gente dibujan, rayan mas bien como un gran garabato las veredas, y así mismo los autos en la calle, las calles con sus micros congestionando el transito, sumándose a la cacofonía urbana de las bocinas y sirenas, micros llenas de mucha gente apretada que se empuja, roza, y de vez en cuando intercambia lacónicamente alguna frase como “me das permiso?” . tras mi espalda una mochila cargada de facsímiles y miles de otras webadas que nada tienen que ver con lo académico.




Mi aspecto patético, avanza lento, yo evito encontrármelo en los reflejos de las ventanas de los autos y edificios. Hoy mi aspecto no acompaña a mi ánimo y el tiempo avanza de una manera tan descoordinada dentro, y fuera de mi , que hasta mis pasos enredan su ritmo con los que di ayer, mis piernas no logran llegar a un acuerdo sobre a donde llevarme, solo se abren paso, medio apresuradas, como si se dirigen a algún lugar determinado….

Mi tronco avanza sobre ellas, y un poco mas arriba, y hasta un poco más atrás, (siempre quedándose atrás) mi cabeza, maquinando situaciones, mis bellos erizados esperando la caricia fugaz de cualquiera que pase, mis oídos despiertos, armando diálogos incoherentes, de palabras sueltas en el aire, que no se borran.

Esperan suspendidas

Ahí

A la altura de su cabeza, esperan aún las palabras que dijo la señora, que cuadras mas adelante, va cargando sus bolsas amarillas.

Esperan acoplarse sin sentido al “me fue como el forro” del pingüino que a mi lado, le comenta algo a su compañero…

lunes, 22 de septiembre de 2008

Entrega


Cama inmensa
Seca y hostil como un desierto
Desalmada, se niega a entregarme descanso
Nado sedienta, busco sueños rasguñando la almohada
Lo único que me ofrece es el eco de una silueta que abandona…

El Sobresalto y el temor
De encontrarme con ella
Y de contemplar lejana, como se empequeñece su figura
Escondida como un niño contando sus huellas
Y de hallar en la ruta del abandono los restos de las raíces que tendí sobre su espalda, sobre su pecho, su alma

Raíces que tejí sobre estas sabanas,
Que ayer se tendían bajo mi cuerpo pleno, mi alma satisfecha, tibias radiantes de paz
Hoy son una masa de nudos, que se extienden infinitamente
Arrullando con indiferencia mi dolor
No son más que un puñado de pliegues donde se dibujan y se pierden figuras
Donde se encuentran y desarman caminos
Pliegues que se rehúsan a abandonar la forma de uno que se fue.


No se debe amar y dormir sobre la misma cama
Que unos días parece no poder sostenerse,
Desbordarse de entrega y ternura
Y otros en cambio se extiende como un pájaro
Para desparramar generosa, el más cruel desamparo


No se debe violar el sagrado aposento, desgranando sobre él las pasiones
Se enraízan, crecen bajo las sienes, mientras se trenzan los sueños.


Yo clave mis raíces ansiosas, hondo en tu terreno
Las abrazaste y en tus brazos se arraigaron,
De tu sangre se nutrió cada brote
Que desde mi alma resquebrajo el suelo
Mas no todos te pertenecían…


Pasa que mi alma se extiende como en un pajar
Huye anhelante en cualquier dirección
Prolifera desmigajando piezas mías, y acuñando fragmentos de días nublados, de olores y melodías.
Siempre vaga, deshojando las cadenas de un ancla sin puerto,
Sobre mares y pantanos


[Sobre mares y pantanos me hallaste
Desnuda
Empapada de tierra y sal
Y de mi piel salada bebiste
Y de mi piel se salo tu mar
Mar que creí tierra firme
Para sobre tus aguas mi cepa anclar]


Mas de tus pies sólidos, de tu semblante sereno y mi esencia versátil
El tiempo gozó el espectáculo de una danza sin sentido,
Que no seria puerto ni cuna
Ni marea furiosa, ni calmo manantial
Sino una ola que juega a borrar las pisadas de las gaviotas en la orilla
Que viene vigorosa se debilita y huye nuevamente...

martes, 27 de mayo de 2008

Andar

Media hora frente al kiosco, fingiendo que me interesaban los titulares, y el tipo incomodo que desde adentro me miraba de reojo cada cierto rato, con cara de ¿se te perdió algo?, esperando probablemente que le comprara algo o que se yo,…yo miraba la hora en el celular y marcaba tu número. Sabía que no contestarías, pero por lo menos parecería ocupada.

Ya había perdido interés en el panorama que habíamos armado, ahora me urgía salir de la situación, de la sensación de que todos sabían que estaba sola, esperando, y que no llegarías. Me sentí tan pequeña entre esa gente estupida, tan ridícula. Sentí que les debía una explicación, que no me ocurría seguido, que debió pasarle algo en el camino…

Finalmente me decidí a andar, no sin antes comprarle cigarrillos al hombre del kiosco, y no se en realidad por que lo hice, no tenía ganas de fumar, odio fumar en la calle, siempre lo he encontrado feo y vulgar. El hombre me entrego el paquete de cigarros con una sonrisita misericordiosa, ladeando un poco la cabeza y levantando los hombros, como queriendo decir “así es la vida mijita”, y ese gesto, ese gesto acabo por demoler mi autoestima ese día. Le devolví cínicamente la sonrisa al muy hijo de puta y me eche a caminar.
Caminaba rápido, mordiendo con rabia cada fumada de humo que le daba al cigarrillo, caminaba rápido y no me dirigía a ni un lugar, pero en cuanto me percate que no tenía prisa, me detuve y avance más lento.

Es que caminar sin destino no es igual si no es contigo al lado, uno se da cuenta de la realidad sucia, de la fealdad de los transeúntes, de que en el centro se respira miseria y que la gente va o muy ocupada o muy muy extraviada.

Veo al pasar una pareja de colegiales que se besan apasionadamente, sin pudor en la calle mugrienta, en medio de la cacofonía de las bocinas y las voces desafinadas de los mendigos que cantan. Pero no se detienen, los envuelve un aura espesa, están absortos en la pasión de su beso indecente.
Veo pasar una jauría de perros, corren tras una perra. Hasta ellos saben que se dirigen a algún lado…
Veo a hombres y mujeres desconformes, desarreglados e infelices, vendiendo sus inútiles y poco novedosos productos sin ninguna motivación…

Todos me parecen formar un espectáculo decadente, repulsivo y detestable, sin embargo hay algo que envidio en ellos.

No es lo mismo andar sin ti. Contigo, todo me sorprende, todo adquiere cierta magia y es profundamente intenso,…

Andar contigo se me asemeja a andar con los ojos cerrados.

Siempre he pensado que si caminas con los ojos cerrados, llegas al destino preciso que necesitas o que te hace feliz, y como yo no se que es lo que necesito ni lo que me hace feliz, en todo lugar encuentro algo de eso, y por un poquito de eso, andaría horas a ciegas, dejándome llevar, permitiendo sin resistencia alguna que los empujones de la masa desvíen mi andar. No temo a tropezar con los perros. Será en lugar certero si estas a mi lado.

A Felipe. De nuevo.